Hay un momento en la infancia en la que el género no goza de más protagonismo que cualquier otra característica, como ser miope o ser ágil. Una puede ser Gandalf o la Bruja buena del sur según le convenga o se sienta capaz. Se puede ser un perro o un coche. El juego tiene eso: nos permite el tratamiento no convencional de ideas y objetos. Y lo hace en un entorno seguro donde es posible borrar para redibujar los géneros,…