Desde el inicio de la humanidad, el juego y la capacidad lúdica de las personas han sido el eje que ha creado la cultura y ha vertebrado nuestro interés por descubrir, entender y transformar el mundo en el que vivimos. De hecho, desde las figuras talladas con formas de animales en las cavernas prehistóricas hasta el desarrollo de espacios complejos digitales como el metaverso, el juego ha acompañado el viaje evolutivo de la humanidad. También ha sido motor de aprendizaje y catalizador de momentos que han provocado la creación de las sociedades, permitiendo durante el juego la interacción entre personas, el ensayo o la simulación de normas y valores compartidos antes de instaurarlas en la comunidad o la generación de una identidad colectiva –¡un teambuilding! Bajo nuestra mirada, esto lo convierte en un elemento digno de contagiar y proteger.
¿Qué tendrá que ver el juego con la cultura y los ODS?
El autor del libro Homo Ludens (Huizinga, 1938), una obra sin precedentes, conectó el juego con diversidad de disciplinas, como la historia, la antropología, la sociología y la filosofía. Ello hizo que se reconociera lo lúdico como impulsor de la creación de la cultura por varios motivos. Es evidente que jugando es como se han enseñado habilidades para la supervivencia como la caza, la agricultura o la artesanía. Pero jugando, también, se ha estimulado la creatividad y la innovación a favor de la cultura, motivando a las personas a imaginar y crear nuevos escenarios y formas de expresión que han dado pie a la experimentación y al desarrollo del arte, la música, el teatro o la literatura, por ejemplo.
Todo ello apunta a que admirando el giro de una peonza o el vuelo de una cometa es como pareciera que hemos aprendido a apreciar una pintura; jugando a construir –ya sea con palos, barro, hojas y piedras o con piezas de Lego– es como podríamos haber creado las esculturas, o descubriendo en nuestros primeros años de vida el juego simbólico e imitando nuestro entorno es como nos hemos animado a escribir e interpretar obras de teatro.
En resumen, entre otros factores, gracias al juego y a nuestra experiencia lúdica hemos sido capaces de constituir nuestro ser y configurar nuestra identidad individual y como colectivo. La evidencia fue tal, que hoy en día, y siempre, el juego y los juegos están arraigados en la forma en que las personas interactúan, se expresan, aprenden, socializan y transmiten valores en la sociedad. Por ello, dado el papel del juego en la cultura de las personas, y el reconocimiento por parte de la UNESCO de la salvaguardia y la promoción de la cultura como fines en sí mismo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pareciera que lo lúdico debe ser tenido en consideración y protegido para garantizar el desarrollo inclusivo y equitativo de la humanidad.
¿Sabías que…? Desde Marinva hemos acompañado al Ayuntamiento de Esplugues de Llobregat en el diseño de un juego de mesa, para dar a conocer entre la ciudadanía las acciones que se están llevando a cabo para abordar los retos que plantean los ODS y la Agenda 2030.
¿Cómo nuestra metodología actúa en pro de la sociedad?
El sociólogo Oldenburg, en los años 80, acuñó el término “tercer lugar” refiriéndose a un espacio en el que se da la interacción social de forma libre e informal muy necesaria para la democracia. Un espacio de reflexión, de debate, de prestar atención, de compartir opiniones y ponerse en el lugar del otro. El lugar en el que nace y se transmite la cultura y se consolida el sentimiento de comunidad.
Este espacio tiene diversidad de objetivos comunes con el juego y el círculo mágico, la burbuja que envuelve los momentos que comparten un grupo de personas o animales que juegan juntos. En ambos lugares, tanto en el “tercer lugar” de Oldenburg como en el juego, destacar el que se busque romper jerarquías que fomenten acercamientos de posturas, apelar al buen humor, compartir un rato placentero, provocar la apertura de mente, tejer lazos de confianza entre personas y facilitar aprendizajes sociales –compartir, cooperar, trabajar en equipo…
Esta mirada holística es la que inspira la creación de la metodología lúdico-pedagógica de Marinva. Una metodología que apuesta por el impulso primario y espontáneo del juego, y que aprovecha dicha acción para reflexionar sobre lo ocurrido y transferir dichos aprendizajes al día a día de las personas, entendiendo y entendiéndonos como parte de un sistema y una comunidad.
La metodología lúdico-pedagógica de Marinva nace de la necesidad de crear nuevas estrategias e instrumentos que apuesten por el aprendizaje continuo, la interiorización de valores y la actitud abierta al conocimiento. Y, en este marco, el juego actúa como un recurso privilegiado para que aquella acción y aprendizaje se signifique, forme y transforme. Porque ahora y siempre la humanidad hemos necesitado aprender, entender, implicarnos y transformar nuestro entorno.
Tras casi 30 años de experiencia y de aplicar dicha metodología en diferentes contextos –centros educativos, organizaciones, administraciones públicas, centros penitenciarios, entidades sociales…–, hemos podido constatar que funciona en pro del desarrollo social. Porque permite colocar a las personas en un state of mind de apertura al cambio, de entrenar el pensamiento crítico y de interiorización de los valores propios de la democracia, como la participación, la libertad, la tolerancia y la responsabilidad, entre otros.
Esta aproximación al know-how de Marinva resulta muy sugerente para nuestros clientes, y en la variedad de proyectos que hemos hecho y la cantidad de públicos a los que hemos impactado está la prueba. Estos clientes han sido y son tanto grandes, medianas y pequeñas empresas que quieren humanizar y transformar desde la ludicidad la cultura de su organización, como instituciones educativas o administraciones públicas que quieren apostar por el juego para gamificar la transmisión de aprendizajes y mensajes o reconectar con sus públicos de interés. Porque sabemos que las personas más felices y vinculadas con su entorno, no solo reducen su estrés y aumentan su bienestar, sino que dan lo mejor de sí cuando están trabajando o aprendiendo.