Durante años, la formación se centró en la racionalidad y los datos, dejando en segundo plano el impacto de las emociones en el aprendizaje. Sin embargo, la neurociencia ha demostrado que un entorno emocionalmente seguro y estimulante potencia la capacidad de adquirir conocimientos. La amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal desempeñan un papel esencial en la conexión entre emociones y aprendizaje. En este contexto, la neurociencia y las emociones se presentan como la clave para diseñar experiencias formativas realmente efectivas.

Pero, ¿cómo puede lograrse? Precisamente de esto nos encargamos en Marinva, donde integramos estas evidencias científicas en nuestra metodología lúdico-pedagógica, aprovechando el poder del juego para diseñar experiencias formativas que conectan con las emociones y optimizan los procesos de aprendizaje y desarrollo en organizaciones y equipos. Al fin y al cabo, el juego es pura emoción.

En esta oportunidad, analizamos cómo la neurociencia y las emociones se convierten en herramientas estratégicas en ámbitos educativos y empresariales para impulsar el potencial de la infancia, adolescentes y personas adultas en sus respectivos contextos.

 

La influencia de la neurociencia en las emociones

Estudios recientes confirman que las emociones no son un accesorio en el aprendizaje, sino un factor clave que lo facilita o lo bloquea. Estructuras cerebrales como la amígdala y el hipocampo juegan un papel crucial: la primera regula nuestras respuestas emocionales, mientras que el segundo convierte la información en recuerdos duraderos.

Cuando las emociones positivas están presentes en el aprendizaje, el cerebro libera dopamina y serotonina, neurotransmisores que fortalecen la memoria y la motivación. Por el contrario, el estrés y el miedo generan cortisol, afectando negativamente la capacidad de retención y análisis.

Crear ambientes seguros y estimulantes se vuelve, entonces, fundamental para optimizar el aprendizaje en contextos educativos y profesionales.

¿Cuántas emociones hay según la neurociencia?

La neurociencia ha identificado una serie de emociones básicas universales que influyen directamente en el comportamiento humano. Paul Ekman, psicólogo pionero en el estudio de las emociones, definió seis emociones básicas: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa y asco. Posteriormente, se ha ampliado esta clasificación, para incluir emociones como el orgullo, la vergüenza, la culpa o la gratitud.

No obstante, además de centrarse en categorizar emociones, la neurociencia busca comprender cómo estas se activan en el cerebro y cómo afectan a procesos como la atención, la memoria o la toma de decisiones. Las emociones complejas surgen de la combinación de las básicas y están moldeadas por factores culturales, educativos y sociales.

En el ámbito educativo y empresarial, reconocer estas emociones e integrarlas y/o provocarlas a través de lo lúdico permite diseñar experiencias formativas que conectan con el individuo, lo cual potencia su implicación y facilita un aprendizaje significativo.

¿Cómo se relaciona la neurociencia con la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás. Daniel Goleman, uno de los principales teóricos de la inteligencia emocional, sostiene que esta habilidad es clave para el éxito personal y profesional.

Desde la perspectiva de la neurociencia, la inteligencia emocional se fundamenta en la interacción entre la amígdala y la corteza prefrontal. Mientras la amígdala gestiona las respuestas emocionales inmediatas, la corteza prefrontal permite regular estas emociones y actuar de forma reflexiva. El equilibrio entre ambas áreas es esencial para una gestión emocional saludable.

En procesos formativos, tanto en entornos educativos como empresariales, lo que hacemos desde Marinva es fomentar la inteligencia emocional para entrenar, desarrollar y mejorar las habilidades comunicativas, la empatía, la toma de decisiones y resolución de conflictos de manera efectiva entre los equipos de trabajo.

Neurociencia y emociones en la educación

En el ámbito educativo, se puede trabajar con la neurociencia y las emociones para potenciar la memoria, fomentar la motivación y crear espacios de aprendizaje más efectivos: 

La emoción como motor de aprendizaje

Está demostrado que los niños y niñas aprenden mejor cuando están motivados y emocionalmente involucrados. La curiosidad, la sorpresa y la alegría que atraen las propuestas lúdicas son emociones que disparan la liberación de dopamina, lo cual potencia la atención y la retención de información.

Generar experiencias emocionales positivas en el aula es, por tanto, fundamental para el desarrollo cognitivo. Cuando se promueve la creatividad, el juego y la colaboración, se fomenta un aprendizaje más profundo y duradero.

Estrategias pedagógicas basadas en neurociencia

La aplicación de la neurociencia en la educación ha dado lugar a estrategias pedagógicas que sitúan las emociones en el centro del proceso de aprendizaje. Entre ellas destacan los juegos emocionales y las dinámicas creativas, que estimulan la participación activa y fortalecen la memoria emocional.

En Marinva, por ejemplo, nos gusta mucho jugar con el poder de las imágenes para conectar con las emociones, y utilizamos juegos de mesa como el Imagine de Asmodée, el Ikonikus de Zacatrus o el Dixit de Libellud. También, estamos certificadas en Sikkhona ® –y su versión EDU– para facilitar el aprendizaje en comunicación interpersonal y la creación de vínculos relacionales en diferentes espacios.

neurociencia y emociones

La empatía y la educación socioemocional son también herramientas muy importantes en el aula. Por lo tanto, fomentar la comprensión de las emociones propias y ajenas mejora las habilidades sociales y la convivencia, aspectos esenciales en el desarrollo infantil.

Neurociencia aplicada a la formación empresarial

Pero también es importante tener en cuenta la neurociencia y las emociones entre las personas adultas: ayuda en aspectos como la toma de decisiones y la gestión del estrés.

Gestión emocional y aprendizaje organizacional

Las emociones tienen un impacto directo en la productividad, la creatividad y la toma de decisiones. Un ambiente laboral que favorece el bienestar emocional mejora el compromiso de los empleados y empleadas, y reduce el estrés y el absentismo.

Asimismo, las emociones positivas como la confianza y la motivación incrementan la capacidad de aprendizaje y la innovación. Por el contrario, entornos dominados por el miedo o la presión limitan la creatividad y afectan de manera negativa al rendimiento.

Nuestro enfoque en Marinva

Nuestra metodología lúdico-pedagógica se basa en la idea de que el aprendizaje significativo se potencia cuando se integran el juego y las emociones. Por ello, ofrecemos:

  • Consultoría para la transformación organizacional: diseñamos estrategias personalizadas para fortalecer la cohesión de equipos y fomentar la creatividad en el entorno laboral.
  • Formación innovadora: desarrollamos programas formativos basados en la neurociencia y las emociones para optimizar el aprendizaje.
  • Estrategias de comunicación lúdicas: creamos experiencias interactivas y lúdicas que conectan emocionalmente con los participantes y refuerzan la retención de conocimientos.

Conectar emociones y cerebro: el secreto del aprendizaje duradero

Cuando entendemos la relación entre la neurociencia y las emociones, podemos mejorar la manera en la que nos relacionamos y aprendemos. Y es a través del poder del juego que, en Marinva, creemos que es posible crear mejores experiencias formativas y más motivadoras, donde la ludicidad se convierte en la herramienta para potenciar la creatividad, la colaboración y el aprendizaje activo.